miércoles, 19 de abril de 2017

Maratón o ciclismo. ¿Qué es más duro?

Este domingo termina la temporada de clásicas en el ciclismo con la disputa de la Lieja – Bastoña - Lieja, y también este domingo correré un nuevo maratón en Madrid, mi 17º.
En 2013 terminé con la Milán - Sanremo mi participación en las versiones cicloturistas de los llamados “Monumentos ciclistas”, que son las cinco clásicas más prestigiosas del calendario profesional: Milán – Sanremo, Vuelta a Flandes, París – Roubaix, Lieja – Bastoña – Lieja y el Giro de Lombardía (ésta no tiene hoy en día versión cicloturista). En 2009 completé la Vuelta a Flandes, en 2011 la Lieja, en 2012 la Roubaix y en 2013, como he dicho, hice la Milán – Sanremo (la más larga, con 294 km, pero la más fácil de todas).
Subiendo el Tourmalet con frío y lluvia en L'Etape du Tour'12. Un día muy duro.

Además de estas clásicas, en mi larga vida como cicloturista he completado numerosas marchas durísimas en Pirineos (como la Quebrantahuesos en varias ocasiones, o la Luchón – Bayona de un tirón dos veces, con sus 325 km en los que se suben Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Soulor y Aubisque uno detrás de otro). También he subido puertos como Alpe d’Huez, Galibier, Izoard, Stelvio, Angliru,… He participado en Vueltas por etapas en Canarias, Baleares, Alemania,… He completado cuatro veces la Transpirenaica por carretera, dos de ellas con alforjas. Y, aunque era muy malo, de joven corrí algunas carreras como amateur.
Como maratoniano llevo 16 maratones completados, y tengo la experiencia de correr cinco maratones en un intervalo de cuatro meses. Eso sí, mis marcas son discretas: 3:39 como mejor marca en San Sebastián’97 y 3:42 en Sevilla’15 son mis mejores resultados.
También como runner tengo otras experiencias en medios maratones, subida a Lagos de Covadonga, subida al Tourmalet, un ultra de 80 km, etc.
Valga esta presentación de mi “currículum” deportivo como ciclista y como maratoniano para avisar al lector de que algo sé del tema del que quiero hablar hoy, que es reflexionar sobre si es más duro correr maratones o ser ciclista.
Por supuesto, todo lo que comento aquí es desde mi experiencia y no pretendo llegar a ninguna conclusión definitiva. Hay muchas personas que practican o han practicado ambos deportes con mucha más experiencia que yo y además a un nivel incluso profesional (hay muchos exclistas profesionales que corren maratones a un nivel alto, como Abraham Olano o Laurent Jalabert, que tras estar en la elite del ciclismo mundial han corrido maratones en torno a 2:40, que es una marca estupenda para un corredor popular).

Gasto físico
Uno de los parámetros que se suelen usar para definir la dureza de un deporte es el gasto físico al que se expone el cuerpo.
Está claro que correr un maratón, sobre todo si lo hacemos al máximo de nuestro nivel, supone para el cuerpo un desgaste muy grande. Durante la carrera no podemos bajar mucho el esfuerzo cardiaco, salvo que caminemos un rato, y nuestras articulaciones y nuestros músculos acaban muy agotados (por eso al día siguiente nos cuesta caminar con normalidad).
En ciclismo el desgaste a nivel muscular y articular no es tan grande, por eso normalmente podemos enlazar varios días seguidos más o menos duros, y el desgaste cardiaco siendo alto en muchos momentos (subidas de puertos a ritmo fuerte, aceleraciones y ataques,…) presenta muchos momentos en cada carrera en los que el corazón recupera totalmente (descensos largos, zonas de llano en los que se rueda tranquilo, etc.).
Quizás el maratón a nivel de desgaste cardiaco se parezca más a una contrarreloj en ciclismo, donde el corredor debe ir todo el rato cerca del máximo esfuerzo para no perder tiempo. Aunque es raro encontrar hoy en día contrarrelojs que duren lo mismo que un maratón en tiempo.
Aunque en ciclismo también hay carreras en las que, por cómo se estén desarrollando, los corredores no pueden relajarse apenas. Por ejemplo, en la última París – Roubaix se salió tan fuerte que se lanzó la carrera desde el principio, y luego, una vez que metidos en los tramos de pavés, ya es imposible rodar tranquilo a rueda del grupo, como pasa en muchas carreras. Pues bien, viendo en Strava el pulso medio de la carrera de varios corredores encontramos que la mayoría terminó la Roubaix con unas pulsaciones medias de las 6 horas de carrera de más de 160 ppm, cuando en una etapa de montaña del Tour el pulso medio de muchos corredores no pasa de 140 ppm.
Así que estamos hablando de un esfuerzo cardiaco casi máximo durante 6 horas, a los que hay que añadir el sufrimiento muscular de una carrera con más de 50 km de tramos de pavés. No creo que esto sea más fácil que correr un maratón a tope. Y este año tuvieron suerte y no llovió ni hizo frío.

Gasto psicológico

Veamos ahora las diferencias entre competir en ciclismo o competir en Maratón en cuanto al desgaste metal de ambos deportes.
En el Maratón, como en la mayoría de las pruebas de atletismo, se compite por un lado por el puesto en la carrera (por ganarla) pero por otro lado se compite contra una marca. Por ejemplo, la mayoría de los maratonianos profesionales cuando salen en un maratón importante (Boston, Berlín, Nueva York,…) saben que no tienen opciones de ganar la carrera según qué maratonianos de elite participen. Sin embargo, pongamos por ejemplo el caso de un maratoniano de elite francés, o italiano, o alemán. Sabe que no tiene nada que hacer para ganar hoy en día a los kenianos y a los demás maratonianos que son capaces de bajar de 2:05 (un pequeño puñado de atletas). Pero sí que puede, si está muy en forma y el día es bueno en cuanto a temperatura, etc., intentar tal vez hacer su MMP, o el récord de su país, o lograr la mínima para ir a los JJ.OO.
Así que, para la mayoría de los maratonianos, su desgaste psicológico en la carrera solo será grande si ve que no le están saliendo bien las cosas y no va a su ritmo objetivo del día. Solo unos pocos, tres o cuatro a lo sumo, tienen el desgaste mental que supone luchar con un contrincante que ven que les están sacando de punto.
En ciclismo, por el contrario, solo se compite por la victoria, o a lo sumo por el podio. Pero no se compite por una marca. Si ganas la París – Roubaix, no importa si ha sido la edición más rápida o más lenta de la historia, pues eso depende de muchos factores. En ciclismo, en la mayoría de carreras solo importa quién la gana. Si quedas el cuarto no tienes como consuelo el haber hecho ninguna marca. Tal vez en las grandes carreras por etapas algunos pueden quedarse con el consuelo de haber hecho un top-5 o un top-10 en la general, pero, la verdad, eso no vale para mucho.
Por tanto, en el ciclismo, cuando un corredor ve que está perdiendo al grupo de favoritos que se van a jugar la victoria, sufre lo indecible por mantenerse cerca y tener una pequeña opción de llegar al último kilómetro en el grupo delantero. Y en una prueba por etapas como el Tour de Francia, cualquier corredor con mínimas opciones para la general, sufre desde el primer día un estrés angustioso por no perder mucho tiempo en las primeras etapas llanas, en las que hay caídas y cortes del pelotón que pueden echar por tierra sus posibilidades. Y en las etapas en las que en el último tramo hay encerronas, como pasos estrechos por pueblos o un final en un repecho durísimo, todos los favoritos tienen que luchar continuamente por mantenerse en las posiciones delanteras del pelotón y no verse cortados por una caída, por ejemplo. Y este desgaste no lo tienen los maratonianos.

Dureza externa

Quiero comentar, por último, un aspecto que añade una gran dureza a un deporte ya duro como es el ciclismo, y que, normalmente, no lo padecen los maratonianos. Me refiero al sufrimiento que da la meteorología y al sufrimiento que da el peligro de competir en bici.
Como he comentado antes, una París – Roubaix con lluvia, viento y frío es muchísimo más dura que si hace buen tiempo. En el ciclismo el frío, la lluvia y el viento en contra, son elementos que pueden convertir una carrera dura en un verdadero martirio.
Salvo condiciones extremas de frío o de calor, correr es más llevadero con mal tiempo que montar en bici. Una etapa de montaña con frío y lluvia (incluso a veces nieve en los puertos más altos) supone una durísima prueba para los ciclistas. Incluso con la ropa tan magnífica que hay hoy en día, bajar un puerto mojado y con frío puede hacer que un corredor que va en cabeza acabe retirándose con hipotermia. Y hay muchos puertos en Alpes, Pirineos o Dolomitas, con bajadas muy largas, en las que llegas al valle helado tras haber subido el puerto a tope.
Y luego está el riesgo del ciclismo, donde hay siempre el peligro de las caídas que, por supuesto, no existe en el Maratón. Las bajadas de los puertos se hacen a toda velocidad, y los corredores que son buenos bajadores suelen arriesgar mucho para descolgar a los menos habilidosos con la bici o a los que tienen más miedo. Porque bajar un puerto a tope, con lluvia, con una carretera bacheada y con muchas curvas puede dar mucho miedo, pero si estás compitiendo no te queda otra que superarlo.

En fin. Que tanto el Maratón como el ciclismo son dos de los deportes más duros que existen (aunque para mí lo más duro es el alpinismo en alta montaña, el himalayismo). Para muchos siempre será más duro el maratón que el ciclismo, y para otros será al revés.
Yo, por lo que os he comentado, creo que es más duro el ciclismo. De hecho no creo que en ninguno de mis 16 maratones haya sufrido tanto como algunos días lo hice en la bicicleta.
Sufriendo en el Maratón de París'15. Otro día duro.

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