martes, 28 de julio de 2015

Los últimos 195 metros: la antesala de la felicidad.

"Me quedan menos de doscientos metros para terminar el maratón más famoso del mundo. Estoy en la feliz fase del maratón en la que lo único que sientes de verdad es la euforia. La euforia por completar un sueño que te ha costado tanto esfuerzo. El esfuerzo de los cuarenta y dos kilómetros anteriores, y el esfuerzo de muchos meses, tal vez años, que han precedido a este día.

Ha sido una carrera memorable. La gente me ha animado como si yo fuese el primero. Ha sido dura porque me lleva doliendo una pierna desde antes de la mitad de la carrera y cada puente, cada cuesta, ha sido una tortura. Pero ha merecido la pena. Ojalá no acabara nunca.
(...)
Una vez leí que la felicidad reside en la antesala de la felicidad. A lo largo de mi vida he comprobado muchas veces que eso es cierto. Ahora, a tan solo doscientos metros de completar este maratón tan deseado por mí, vuelvo a darme cuenta de que, efectivamente, es así. Ya llevo los últimos kilómetros con la sensación de estar a un paso de conseguir mi sueño, a un paso tan corto que sé que todo está hecho. No como en el kilómetro 30, donde falta poco en relación con toda la carrera, pero donde cualquier corredor se da cuenta de que le queda lo suficiente como para tener que abandonar si las cosas se ponen muy difíciles.

Aquí, ahora, no abandonas. Aquí saboreas el éxito y disfrutas de una felicidad pocas veces sentida antes. Y además, sabes que un rato después, unas horas después, unos días después, todo lo que estás viviendo ahora te parecerá que pasó hace mucho tiempo. Tantos meses soñando con esto y una vez cumplido el sueño todo se acaba. Por eso no me gusta mucho cumplir mis sueños, pues al hacerlo todo lo que has disfrutado, todo lo que has sentido, todo lo que has vivido deja de ser una realidad y pasa a ser solamente el grato recuerdo de un sueño. Un sueño que cada vez lo sentirás más y más lejano, y puede que un día dudes de si fue real o fue realmente un sueño, pues los sueños y los recuerdos con el tiempo pasan a ocupar el mismo rincón de tu memoria y se entremezclan y los confundes. Y puede que un día creas que fue realidad algo que solo soñaste mientras recuerdas como un sueño lo que en verdad viviste.

Sí. Se es más feliz cuando estás tocando con los dedos el sueño, el anhelo de algo. Se disfruta más cuando está a punto de llegar tu amante a tu casa y sabes que te espera una buena sesión de sexo, que poco después, cuando ya estás con ella en la cama. Se disfruta más cuando vas hacia la esperada cena con unos viejos amigos pensando en lo bien que lo vas a pasar, que luego en la cena misma, cuando te has quedado lejos del grupo que tiene las mejores conversaciones. Dura más en tu vida la preparación de un viaje ilusionante que el viaje en sí.

Y por eso, cuando el año pasado me dijeron en el hotel, tras llegar del Jacob Javits Center con mi dorsal y mi camiseta de la carrera, que habías cancelado la carrera casi me alegré, porque así mantenía el sueño del maratón de Nueva York vivo un año más.
(...)
Pero entonces vi las caras de algunos corredores en el hotel. (...) Entonces decidí que no podías hacernos algo así a casi cincuenta mil personas sin recibir un castigo. Entonces decidí que alguien debía hacer justicia contigo, que algún Don Quijote debía encargarse de enmendar este mal, que David debía enfrentarse a Goliat. Y entonces decidí volver con calma y matarte, viejo cabrón arruinasueños."

Más en:
Mi novela del Maratón de Nueva York

miércoles, 22 de julio de 2015

Muy buena ruta. Perfectamente practicable.

Ya sé que éste es un blog que lo dedico principalmente a mi actividad como corredor, como runner amante de los maratonespero es imposible para mí desligarme de mi verdadera pasión, que es el ciclismo, aunque ahora lo practique mucho menos que antes.
La semana pasada, aprovechando el paso del Tour de Francia por los Pirineos estuve por allí unos días con unos amigos y además de correr un poco también hice unos kilómetros en la bici.
Tenía programado para esos días una ascensión corriendo a pie al Tourmalet, pero como estoy ahora medio parado de entrenar por motivos médicos decidí dejar para otra ocasión en la que esté en forma lo de subir el puerto corriendo.
Pero mi religión me obliga a pisar una vez al año, por lo menos, la cima del Tourmalet, así que allí que subí en bici, aunque solo lo hice desde el aparcamiento de la estación de esquí de Superbarèges, la mitad del puerto, la parte más bonita.
Por si no la conocéis, os explico brevemente la historia del Tourmalet en el Tour, en el ciclismo.
El Tour se empezó a organizar en 1903, pero no fue hasta 1910 cuando los ciclistas tuvieron que subir los grandes puertos de montaña que lo han hecho famoso.
Para la edición de 1910 a los organizadores de la prueba (el periódico L'Auto) se les ocurrió, para darle una vuelta a la carrera y para potenciar su éxito entre el público, el hacer una etapa desde Bagneres de Luchon, en el medio de los Pirineos, hasta Bayona. Eran 326 km con los puertos de Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque (una burrada que, por cierto, yo la he hecho tres veces en su versión cicloturista, dos en un día y otra vez en dos etapas).
No tenían claro que el Tourmalet se pudiera atravesar ni siquiera en coche, ya que entonces no era más que una pista utilizada por los pastores, así que decidieron enviar a uno de los periodistas del periódico para explorar el terreno.
Alphonse Steines, que fue el emisario, se acercó en primavera y contrató a un chofer de Sainte Marie de Campan para que le subiera hasta el collado. Varios kilómetros antes de llegar arriba el coche no pudo seguir por la nieve, así que Steines siguió él solo a pie y le dijo al chofer que le esperara en el pueblo de la otra vertiente, en Barèges.
Steines casi se muere de frío al perderse por la nieve. Lo encontraron de madrugada cerca de ese pueblo, pero lo primero que hizo cuando lo rescataron fue ir a poner un telegrama a la redacción de París. El famoso telegrama decía lo siguiente: “Tourmalet pasado. Stop. Muy buena ruta. Stop. Perfectamente practicable. Stop”.
Y así se escribe la historia. Gracias a esta mentira el Tour se abrió a los Pirineos y se gestó su leyenda, y desde entonces el Tourmalet ha sido unos de los puertos más clásicos de la carrera.
En 2011 la carretera de servicio de la estación de esquí de Superberèges se arregló y se unió a la ruta tradicional del Tourmalet, haciendo más cómodo el paso para los coches. Y así quedó un tramo de 3,6 kilómetros de la ruta tradicional libre de coches. Se cortó a la circulación y se le bautizó como "Vía Fignon" (en honor a Laurent Fignon, campeón del Tour fallecido en 2010), ruta que solo la pueden usar los ciclistas en el ascenso.
Se temía que este tramo se fuera destrozando por falta de uso, pero parece que lo cuidan, ya que la semana pasada subí por ahí y la carretera está bien. Además, como no pueden pasar coches es un tramo en el que disfrutas plenamente de la subida tradicional del Tourmalet y de su historia.
Así que, para los que vayáis al Tourmalet en bici por la vertiente de Luz St. Sauveur os recomiendo encarecidamente subir por esta vía. Vais a disfrutar de una "muy buena ruta, perfectamente practicable".
Inicio de la Vía Fignon

Mapa de la parte final del Tourmalet, subiendo por la Vía Fignon (abajo) y bajando por la carretera nueva (arriba)

Punto de inicio de la Vía Fignon en el parking de la estación de esquí.

La carretera está en buen estado y es muy tranquila.

Aquí se ve la carretera nueva desde la Vía Fignon.

Subiendo por la Vía Fignon se ve a la izquierda la ruta nueva.

Vista de la nueva ruta desde la Vía Fignon.

En la curva a izquierdas que se ve a la izquierda de la imagen es donde se unen de nueva las dos rutas.

Una foto clásica en la cima.

El pelotón en el Tourmalet.

Vista desde la cima del Tourmalet donde se ve la curva en la que se une la Vía Fignon con la ruta actual.


viernes, 17 de julio de 2015

Darle la vuelta a los problemas

En noviembre de 2012, con toda la ilusión del mundo tras soñar con correr el maratón más famoso del mundo durante un año entero (tal vez incluso desde muchos años atrás), fui por fin a la ciudad de los rascacielos, a Nueva York, para participar, por fin, en el Maratón de Nueva York.
Pero llegó el drama.
Dos días antes de la carrera, con el dorsal ya en la mano, nos llegó la inesperada noticia de que la carrera se había suspendido debido a los problemas generados en la ciudad por el huracán Sandy.
Muchos arrojaron la toalla y dieron por terminado su sueño de correr en Nueva York. El viaje es caro y es difícil poder ir varias veces allí.
Muchos optaron por correr el domingo en Central Park en un maratón improvisado y lleno de emoción.
Pero yo no me rendí ante las dificultades y según me comunicaron la suspensión de la carrera ya había decidido que volvería de nuevo en 2013. Tenía que hacerlo.
Y así fue. Regresé en 2013 y por fin corrí el maratón más emocionante que he corrido nunca.
Puedo decir que en el fondo me alegré de que suspendieran la carrera en 2012, ya que así tenía la excusa perfecta para volver a mi ciudad favorita y además mantuve vivo un año más el sueño de correr esa fantástica carrera.
Y por si esto fuera poco, toda esta aventura de dos años me inspiró para escribir una novela en la que al protagonista le ocurría lo mismo que nos pasó a 50.000 personas, pero que tomó una decisión un tanto drástica: matar al alcalde de Nueva York por suspender la carrera.
Y esta semana esta novela ha visto por fin la luz.
Ya está a la venta en las principales plataformas de venta de libros digitales de la mano de la editorial SB-Ebooks.
Si ya lo dice una de las frases clásicas de los corredores: nunca hay que rendirse. Siempre se pueden sacar cosas positivas de las peores situaciones.
Portada de la novela.

Junto a la meta del maratón que no se celebró en 2012.

Y cruzando esa meta en 2013. 

Y por fin la recompensa. Never give up.

Sinopsis de la novela:

David viaja a Nueva York en noviembre de 2012 para participar en el maratón más famoso del mundo, pero a causa de la tormenta tropical Sandy el alcalde Michael Bloomberg suspende la carrera dos días antes. Al ver la desesperación y la frustración de los miles de participantes que se quedan con la miel en los labios, David decide hacer justicia y regresa unos días después y mata al alcalde en Central Park de un disparo.
Al año siguiente vuelve de nuevo a Nueva York para correr la carrera y mientras describe lo que siente kilómetro a kilómetro en este mítico maratón recuerda los hechos del año anterior y su fuga a lo largo de Estados Unidos seguido muy de cerca por Peter, el único policía que descubrió que él mató al alcalde y que se sirvió de David para sus fines. A la vez, David se prepara para lo que le espera tras cruzar por fin la soñada meta de Central Park.
Durante aquel viaje de 5 000 kilómetros de costa a costa, David se vio obligado por Peter a erigirse en varias ocasiones de nuevo en justiciero, dejando otros cadáveres en el camino. Además, por el camino encontró, sin buscarlo, el amor.
El libro nos habla de la justicia y de la venganza en un relato que mezcla el mundo real con el mundo onírico en el que el sueño de correr el Maratón de Nueva York se convierte en realidad.

viernes, 3 de julio de 2015

Running the world - Corriendo por el mundo

Entre las cosas que más me gusta hacer está el viajar. Siempre que puedo me gusta coger el coche o un avión y visitar nuevos lugares. El mundo es muy grande y la vida es corta, así que no llegaré a conocer todos los sitios que quisiera, pero vamos avanzando.
Otra de las cosas que me gusta mucho hacer es montar en bici o correr por los sitios a los que voy. Es una forma perfecta de conocer una ciudad o una región.
He corrido o pedaleado por muchos países y por varios continentes y espero seguir haciéndolo siempre que tenga ocasión.
De todos estos sitios por los que he montado en bici o he corrido un rato tengo unos recuerdos estupendos, y de algunos tengo también alguna foto que siempre son agradables para recordar esos paisajes, esos escenarios y esos instantes.
A veces, muchas veces, solamente el volver a ver una foto nos hace recordar incluso qué es lo que estábamos sintiendo y pensando en esos momentos. Y eso es algo que no se paga con dinero. Por eso me da pena no tener fotos de todos los lugares por los que he corrido, como por ejemplo Singapur, donde pasé unos días y salí a correr por la ciudad a primera hora varios días, o del sur de Inglaterra, donde hice una preciosa excursión en una bici alquilada por los acantilados de la zona de Sussex, o de una carrerita que hice un amanecer en Florencia.
Pero bueno, no me puedo quejar. Tengo una buena colección de fotos corriendo en muchos sitios, como éstas que os pongo aquí.
Corriendo junto al río Delaware, en la frontera entre New Jersey y Pennsylvania.

Corriendo por Amsterdam.

Corriendo junto al río Nive, en Bayona.

Corriendo en Cortina d'Ampezzo (Alpes italianos).

Corriendo por Cádiz.

Corriendo por Central Park (New York).

Corriendo por el carril bici que rodea Manhattan (New York).

Corriendo en Playitas (Fuerteventura - Islas Canarias).

Corriendo en Playitas (Fuerteventura - Islas Canarias).

Corriendo junto al río Guadalquivir en Sevilla